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Foto: eltribuno.info
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¿Qué nos queda por ver?
A estas alturas, estos certámenes ya nos han anestesiado con un sinfín de variedades. Sin embargo, desde que apareció el primero, en el lejano siglo XIX, mucho han cambiado sus requisitos. Lejos de simplificarse, cada vez son más exigentes y aunque su leitmotif siga siendo el físico, presumen de no olvidarse de la elegancia, la personalidad, el porte, la conciencia social o la cultura, esta última con una nota de corte mucho más básica que cualquier pregunta del Trivial Pursuit, eso sí.
Las candidatas con sus caras de barbies, rubias o morenas, no se limitan a hacer el papel de dulces caramelitos en tacones envueltos con sus mejores galas. Ahora deben hacer acopio de un gran número de aptitudes para las que se preparan durante meses porque alguna de ellas no fue concedida por la divina naturaleza.
Los certámenes más conocidos sobre la faz de la Tierra son sin duda el de Miss Universo y Miss Mundo, ambos con más fama en uno u otro continente y con distinto benefactor, pero con un elenco de bellezas similar. Cada vez que se despliega una de estas espectaculares galas (el último Miss Universo el pasado 9 de noviembre fue en Moscú) algunas feministas agarran sus pancartas para recordar que las mujeres no han venido al mundo para ser reducidas a meros objetos. Otras, sin embargo, aducen que la palabra “libertad” significa que la mujer puede hacer con su cuerpo lo que quiera y, por qué no, entre esos deseos está el de subirse a una pasarela para desfilar.
De hecho, muchos espectadores e internautas que votaron en la elección del pasado Miss Bum Bum, en São Paulo, no criticaron a las quince señoritas brasileñas que recorrieron una pasarela, primero vestidas de noche y después en bikini, para mostrar su pandero natural y hacer la elección del mejor trasero de Brasil. Y es que tal y como reconoció una de sus concursantes el año pasado: "Después de toda la controversia, hasta Dios quiere sabe quién es la próxima Miss Bumbum Brasil”.
El entorno no siempre es el más idóneo, pero no por ello ceden al deseo de ponerse la corona que las mantendrá en el trono de las más bellas durante un año. Cada 24 de septiembre, en Venezuela, en el marco del Día de la Virgen de las Mercedes, patrona de los presos, se lleva a cabo un certamen de belleza en treinta y cinco penales del país. Las reclusas diseñan y cosen su propio traje de acuerdo a la temática elegida, este año tocó el mundo acuático. De hecho, la producción y retransmisión del evento está a cargo del mismo canal que emite de manera exclusiva el famoso concurso de Miss Venezuela.
Pero quizás los que más predominan son los concursos de belleza infantiles. Con ellos los niveles de audiencia paradójicamente logran sus mejores cifras, aun cuando esos mismos espectadores después se quejan de que hay demasiado crimen en las noticias. Como en todo, estos concursos tienen detractores y seguidores: unos alegan que roban la infancia de las niñas (con tan solo tres o cuatro años llevan espesas capas de maquillaje, tacones altos y bronceados falsos), mientras que los expertos apuntan que lo más peligroso es que este tipo de concursos normalizan un comportamiento no acorde con la madurez y edad. Otros aseguran que la sociedad juzga demasiado rápido y que son los padres, junto con sus hijos, los que deben tomar estas decisiones y no el Gobierno. Además como ventaja añaden que crecer en este ambiente ayuda a mejorar la autoestima de los menores y les confiere habilidades que los beneficiaran toda la vida.
Francia habla
A pesar de la defensa de estos concursos o realities, el Senado en Francia votó el septiembre pasado para prohibir los concursos de belleza a niños menores de dieciséis años, a partir de unas imágenes publicadas por la revista Vogue en la que aparecían fotografías provocativas de una niña francesa de diez años. La enmienda del Senado se basa en un informe parlamentario titulado "En contra de la Hipersexualización: Una nueva lucha por la igualdad", ahora la medida irá a la Cámara baja del país para ser debatida y votada.

Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia. Sandra Maldonado http://spanish.ruvr.ru
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